lunes, febrero 18, 2008

La libertad no es gratis

En unas de las páginas más bellas que escribió Dietrich Bonhoeffer, mártir protestante de la lucha contra el Nazismo, decía que se vivía en un mundo en el que, incluso las cosas más importantes y que habían costado un sacrificio sublime, se empleaban como si fueran baratijas, como pañuelos de papel (diríamos hoy).

Puede que Benedicto XVI haya querido recordar las palabras de su compatriota (o no), cuando ha dictado normas más estrictas para el procedimiento inicial para “llevar a una persona a los altares”. El Papa quiere que ser santo no sea fácil, como daba la impresión de serlo con Juan Pablo II. ADN titula, con ingenio, que “El Vaticano sube la nota de corte para ser santo”.

Siendo una cuestión particular de una confesión religiosa, pienso que sirve de buen pie para reflexionar sobre, hace cincuenta años, escribió Bonhoeffer y ver el sentido que tiene en la sociedad actual.

La Democracia se está convirtiendo en un “usar y tirar más”. Usar las mejores técnicas electorales es algo legítimo, y yo lo defiendo, pero ir quemando etapas, días antes de las elecciones, sin ofrecer tiempos de debate más o menos serio, por apasionado que pueda ser, tengo la impresión que ensucia la memoria de tantas personas que sacrificaron buenas partes de su vida o sus mismas vidas para que pudiéramos tomar parte en el proceso de toma de decisiones.

La Democracia se desperdicia cuando se habla de libertad de expresión para solamente referirse a los cuernos de tal famoso, al lugar de vacaciones de un concursante televisivo o al coche de otro tipo que vive de eludir y conceder exclusivas. No es que quiera censurar nada y hasta puedo llegar a decir que, dándome un poco de asquito, prefiero que sigan para saber que hay libertad al menos teórica. Lo que sí me destroza es pensar que las miles de personas que están siendo reprimidas y torturadas por el régimen de Myanmar (por tomar un ejemplo reciente), lo hacen para que la libertad sea posible, y si tienen éxito la libertad que ellos han conquistado se emplee en llenar horas de televisión con historietas de tal calaña. Es un precio desproporcionado.

¿Tanto sacrificio para esto? ¿La memoria y los sacrificios de los que lucharon y lucha por la libertad no merece que les honremos haciendo que nuestras acciones libres sean bellas, buenas y verdaderas? Es lo deseable, pero mucho me temo que podría seguir escribiendo esta entrada cada día de mi vida.

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