sábado, febrero 16, 2008

El gobierno no les debe nada a los inversores en Forum y AFINSA

Informa el periódico “Público” que unos treinta jubilados, autodenominados “afectados”, de la intervención judicial de Forum y AFINSA se han encerrado en la Catedral de La Almudena. Culpa de su situación al Presidente Zapatero y al PSOE. Algunas ideas sobre este asunto.

1) No son afectados, por ello he dicho que se autodenominan así. Un “afectado” en un principio es cualquier persona que experimenta en sí las consecuencias de una causa que mantiene una relación factual con esas consecuencias (relación causa-efecto). La acepción usual de afectado en los medios de comunicación es la persona que vive las consecuencias de algo que en lo que no ha tenido ninguna responsabilidad.

2) Estas personas no son afectados porque sí tienen una responsabilidad, son inversores. Su responsabilidad es invertir un dinero en una empresa asumiendo el riesgo que cualquier inversión financiera o empresarial conlleva. No son afectados, sólo son inversores que han perdido lo invertido.

3) Asumir que vivimos en la economía de mercado no es fácil y que el riesgo en las operaciones las asume el que invierte, como también es él quien recibe los beneficios que inversiones exitosas puedan producir. Cuando se pierde no hay nada que reclamarle al Estado, como cuando le gana no se va a querer pagar más al Estado en impuesto que lo establecido.

4) Me hace gracia que estas personas culpen al Gobierno por este asunto. La intervención de Forum y AFINSA no fueron decididas por ninguna instancia política, no siquiera administrativa, sino por un juez, que no depende del gobierno, a la luz de una querella la cual consideró tan suficientemente fundada después comenzar a instruir el caso, que estableció medidas cautelares.

5) Para terminar quiero reiterar que estoy en absoluto desacuerdo con que el Estado vaya en socorro de estos inversores. A ellos les animó un legítimo ánimo de lucro: querían una rentabilidad muy alta, superior a los depósitos bancarios, y no sopesaron en su momento los riesgos de la inversión, o dicho de forma más coloquial: nadie vende duros a cuatro pesetas.

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