lunes, febrero 11, 2008

Filosofía del Lenguaje, Tratados Internacionales y Elecciones

El Derecho Internacional Público es una de las pocas ramas del Derecho que enseña sus miserias a todo el que se presta a leer el más simple manual de esta disciplina. Los iusinternacionalistas no se quedan normalmente en una presentación puramente formalista de su especialidad, sino que desde la primera página abordan cuestiones tales como la eficacia de las normas internacionales, cuestión que parece vetada a otros juristas, en especial a los civilistas o administrativistas.

Cuando se aborda la eficacia de los tratados internacionales, es normal indicar que los intentos para universalizar determinadas materias, como son los derechos humanos, llevan a adoptar textos excesivamente vagos para que puedan ser aceptados por la mayoría de los Estados que conforman la comunidad internacional. Cuanto más firmantes, menos preciso es el instrumento que se adopta.

Esta explicación converge con una clásica afirmación de la Filosofía del Lenguaje de que la relación entre intensión y extensión es inversa, esto es, cuanto mayor es una, menor es la otra. La intensión es el número de características que tiene un concepto, mientras que la extensión es el conjunto de objeto (reales o ideales) que se encuentran dentro de la definición del concepto.

Este principio no sólo es válido en la Filosofía del Lenguaje o el Derecho Internacional Público, sino en casi todos los campos de la vida. Cuanta más extensión quiere dársele a algo, menor tiene que ser la definición.

Muchos se extrañan que buena parte de las propuestas de los grandes partidos políticos sean indefinidas (y parecidas). Es así porque se dirigen a una gran extensión de personas a las que se pide su integración en el concepto mediante el voto. Por el contrario la definición más rigurosa la encontramos en las formaciones minoritarias y por ello y como consecuencia de ello son minoritarias, ya que muy pocos pueden o quieren identificarse con esas propuestas.

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