jueves, febrero 07, 2008

Concepto y teoría del voto útil

En todas las elecciones hay llamadas al voto útil y las generales de marzo de 2008 no podían ser una excepción. He intentado encontrar una definición sencilla y clara de lo que es el voto útil pero no la he encontrado, por lo que propongo dar yo la definición, que siendo obra mía no será ni sencilla ni clara.

Si hablamos de voto útil es porque entendemos que hay un voto inútil, es decir, un voto sin rendimiento electoral y un voto no tiene rendimiento electoral cuando no es capaz de traducirse en al menos un escaño.

Éste sería el núcleo más duro del voto inútil, pero también cabe una “inutilidad” relativa. Nuestro sistema electoral, como todos los proporcionales, reparte los últimos escaños de las circunscripciones más grandes con restos muy pequeños. Un partido puede tener un resto muy jugoso que no le va a permitir ganar otro escaño, pero que unido al resto de un partido cercano sí se lo permitiría. Normalmente se suele considerar que el resto perdido es el del partido que saca menos representación.

Todo este juego de restos produce efectos importantes y puede hacer que el resultado electoral sea uno u otro. Aquí llegamos a hablar de hacer útil un voto, porque agrupar los votos de dos o más partidos cercanos puede producir un rendimiento electoral superior.

Cuando se vota hay preferencias y exclusiones en el voto. Una persona puede votar a una formación, en determinadas circunstancias votar a otra y nunca plantearse votar a una tercera. El voto útil se basa en la certeza de que también se puede votar por exclusión, es decir, no votar a tu primera opción para que no gane las elecciones el partido al que no votarías nunca. Este criterio a la hora de votar es tan válido como cualquier otro, porque cuando elegimos algo, rechazamos lo otro, de forma que elegir una cosa y con esa elección propiciar lo que no queremos puede ir en otra que lo hemos elegido.

Es evidente que el voto puede traspasarse como voto útil sólo cuando se da cercanía. La cercanía es diversa. Normalmente tendemos a pensar que solamente se da en el segmente de izquierda y derecha, pero también puede darse entre nacionalistas y no nacionalistas, o entre demócratas o totalitarios (recuérdese el voto útil masivo en las presidenciales francesas de 2002 a Jacques Chirac cuando se enfrentó a Le Pen). Caben otros segmentos de utilidad dependiendo de las circunstancias particulares de un lugar o de un momento. Hay sobrados ejemplos de voto que se aglutina en una candidatura que no obedecen tanto a la candidatura sino a los condicionantes.

La captación voto útil se ha institucionalizado en el proceder de los partidos políticos. Desde el inicio de la transición el PSOE ha intentado integrar a todas las formaciones de izquierda, con el escollo del PCE (transmutado en IU), y la integración del PSP en los primeros años es un ejemplo. El PP ha acaparado todas las formaciones desde la primitiva UCD, desde 1982 con el argumento del rechazo a los socialistas, o con UPN en Navarra (por no hablar del PP y la ultraderecha). Las coaliciones electorales están recogidas en nuestra legislación electoral y las coaliciones no son más que candidaturas de voto útil.

Todo los que se sienten perjudicados por el voto útil lo atacan de diversas formas, incluso diciendo que el voto útil es “una restricción al derecho al voto en libertad”. El voto útil es una opción más que tiene el elector y éste a lo que sí tiene derecho es a saber cómo funciona el sistema electoral y qué repercusiones en los escaños tiene votar a cada opción política.

Finalmente cada cual puede votar lo que quiera y para ello ha de emplear los criterios que considere mejores. Que el rechazo a una formación política sea determinante no es problema del ciudadano que elige a quien votar, es un problema de la formación que produce ese rechazo entre los ciudadanos, tanto que llega a unir a los votantes de tendencias diferentes.

El rendimiento electoral puede ser valorado como determinante por quien quiera tenerlo en cuenta, porque la libertad reside en formarse los propios criterios y jerarquizarlos, y poder actuar en consecuencia.

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