lunes, julio 09, 2007

Liberalismo funcionarial

Ayer recibí un correo electrónico que intentaba parodiar el sistema de bienestar social utilizando la fábula de la hormiga y de la cigarra. No seré yo el que defienda cada extremo de este sistema, pues considero que está necesitado de hondas reformas para poder producir el efecto que se pretende y que lo justifica.

Lo sí me llamó la atención era que todos los contactos de este correo son personas que bien son funcionarios públicos o personal laboral al servicio de las administraciones. Es decir, personas que reciben su sueldo del mismo fondo que financia el sistema de bienestar social.

Me hace gracia (por llamarlo suavemente) que haya funcionarios y trabajadores públicos que quieren ir por la vida de liberales, defendiendo el éxito personal y empresarial, cuando ellos son los primeros que han huido de esta posibilidades para hacerse un “seguro de vida” dentro de la Función Pública. Lo único que les pediría a estos funcionarios es un poco de coherencia entre sus palabras y lo que postulan, es decir, que mañana vayan al registro general de su administración y resuelvan su condición funcionarial y, acto seguido, se pongan a buscar empleo en el sector privado o a establecerse empresarialmente.

Es lamentable que sean algunos funcionarios los que pidan la supresión de las ayudas sociales (que son discutibles en muchos aspectos) sean precisamente quiénes se llevan la mayor parte de todos los presupuestos públicos (el célebre capítulo I).

Esto es ser liberal con los demás, y proteccionista con uno mismo, todo lo cual es cuando menos un despropósito argumentativo y un falacia moral. El hecho de que en nuestro país se considere que los más capacitados se encuentran en determinados cuerpos de la Función Pública evidencia, sin lugar a dudas, lo poco liberal que ha sido y es nuestro país.

Es risible este liberalismo funcionarial, pues muestra lo revuelto de sus ideas y lo diáfano de sus intereses. Es ya esperpéntico que la formación política, que dice representar al Liberalismo, exija que sus cuadros sean funcionarios públicos y se enorgullezca de ello y no se avergüence por no contar con representantes del sector privado (autónomos o empresarios).

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