sábado, julio 07, 2007

Los jueces que la derecha desea

Berlusconi tenía todos los elementos para ser un dictador: buena imagen, un amplio patrimonio personal, una ideología inexistente, buen manejo de los sistemas de propaganda y de publicidad y un miedo atávico a los jueces y a la separación de poderes.

Desde que consiguió hacerse con el poder, apoyado por los neofascistas de Alianza Nacional y sus primos hermanos septentrionales, la “Lega”, comenzó una batalla sin fin contra los jueces de su país, a los que acusaba de “comunistas” (término un poco anticuado), que golpistas judiciales y de peligrosos izquierdistas que le querían hacer pagas por sus “pecadillos” financieros, fiscales y mercantiles.

Ahora se ha descubierto que Berlusconi no se limitó solamente a atacar a los jueces, sino que también los espió, porque un buen representante del “centro reformista” no puede permitir que los jueces se sientan independientes del “centro reformista”. El espionaje contra los jueces no fue detenido por las fronteras italianas, sino que se extendió a los jueces de numerosos países europeos, los cuales tenían generalmente en común pertenecer a una asociación europea de jueces progresistas. Entre ellos nuestro polémico y controvertido, juez Baltasar Garzón.

La derecha no ha creído nunca en la independencia judicial y para maquillar este descreimiento ha intentado convertir la independencia en corporativismo, confundiendo lo que es la administración judicial con la actividad jurisdiccional.

A la derecha le gusta que los jueces se centren en cuestiones tales como la resolución de un contrato de poca cantidad entre particulares, algunas cuestiones de Derecho de Familia, los derechos reales de garantía o a determinar el dolo en delitos que comenten la escoria social.

Los jueces que no le gustan a la derecha son los jueces que piensan que las leyes son iguales para todos y que se puede aplicar a todos según lo determinado en éstas. Que si la estafa es grande, su tamaño no le quita importancia ante los tribunales, sino todo lo contrario, exige una atención judicial mayor porque habrá un número mayor de afectados; que si es un gobierno el que impulsa una Ley para destipificar determinados delitos mercantiles de los que está acusado, es una operación inconstitucional (como dictaminó el Tribunal Constitucional de Italia cuando Berlusconi intentó esta operación).

La derecha quiere jueces dóciles, que hagan caer todo el peso de la Ley sobre los que no son ellos ni sus familias y que sientan un odio visceral hacia las clases menos favorecidas, los trabajadores y todo lo que huele a izquierdista. Quieren jueces que se masturben intelectualmente con la naturaleza jurídica del censo enfitéutico, pero no jueces que intenten llevar el Imperio de la Ley a todos los sitios, incluso al interior de los despachos en los que ellos intentan hacer sus negocios más allá de toda legalidad y contra la sociedad.

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