jueves, noviembre 09, 2006

Los profesores son seres humanos y no torturadores de alumnos

Hoy cientos de profesores se han manifestado en la plaza de San Jaime, de Barcelona, para denunciar su indefensión dentro del aula. La situación es la misma desde hace varios años, desde que los pedagogos decidieron implantar la LOGSE y convertir los centros de enseñanza en edificios de almacenamiento de alumnos, con los instrumentos de la promoción automática y la bajada generalizada de los niveles de exigencia.

Se ha convertido al profesor en el culpable de todo: de la indisciplina porque no sabe hacerse con los alumnos, de la desmotivación porque no sabe enseñar, de los suspensos porque no sabe explicar y su nivel de exigencia no es el adecuado a las capacidades del alumnado. La enseñanza pública, de camino, se ha convertido en un vertedero social porque la misma administración no para de hacerle continuas concesiones a la enseñanza privada, dejándole a los alumnos más motivados y a los padres más preocupados, teniendo que acarrear la enseñanza pública únicamente con la marginación y los problemas sociales.

No todos los profesores son buenos. No todos los profesores tienen interés por su trabajo. No todos los profesores se preocupan por las necesidades de sus alumnos. No todos, como en ninguna otra profesión. Pero esto, si bien es cierto, no ha llevado a que ninguna otra profesión sea vilipendiada, abandonada y castigada. A cargar con todas las culpas porque disfrute de determinadas vacaciones (que se deducen de los emolumentos de los funcionarios de su categoría, eso sí).

Si a las administraciones educativas les preocupa en algo la educación, deberían preocuparse por los profesores, por reforzar su seguridad y por pensar que los profesores no se dedican a perseguir a los alumnos. Los profesores no son sádicos, y si alguno lo piensa, debe repasar sus traumas infantiles y juveniles, y si lo hace en presencia de un profesional de la psicología o de la psiquiatría será mejor. Pero lo que no se puede permitir es que el trauma de unos pocos se convierta en el modelo para todos.

Hay que reforzar la autoridad, el principio de veracidad de los funcionarios públicos en el ejercicio de la potestad sancionadora y la credibilidad de la enseñanza en general. Por defender el derecho a la educación de los que no lo quieren, se viola el derecho a la educación de los demás alumnos, por no hablar de los daños a la integridad física o moral de los profesores.

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