miércoles, noviembre 08, 2006

La segunda descentralización. Ese timo

Existe desde hace tiempo una tendencia política, que más parece un lema publicitario, a favor de la “segunda descentralización”. Aclaremos cuestiones. La primera descentralización sería la que se ha producido durante el proceso autonómico, según los que mantienen esta tendencia. La descentralización que se tendría que hacer debería tener como protagonista a los municipios, sobre la idea de que los municipios son la administración más cercana a los ciudadanos y los que mejor pueden disponer de los recursos, ya que son los que mejor conocen las necesidades dentro de su término.

Ésta es la parte positiva o la cara amable del municipalismo. Echemos una mirada al “reverso tenebroso”. La cercanía de los ayuntamientos hace que las redes clientelares sean más fáciles de tejer que desde administraciones más alejadas; los municipios no tienen ni invierten en los recursos técnicos para conocer la realidad de una forma rigurosa y objetiva, ya que el único conocimiento que da la cercanía es la que puede tener cualquier vecino; la articulación de políticas regionales y nacionales se tornarían en imposible ya te tendrían que la división de los núcleos de decisión, así como el enfrentamiento entre los intereses de los distintos municipios (que necesariamente tienen que ser opuestos) paralizaría cualquier decisión si de ellos depende (¿qué municipio querría el vertedero de la zona?).

Estos son unos argumentos que son independientes de la gestión concreta que se da en nuestros ayuntamientos, pero la realidad que estamos viviendo destroza cualquier posibilidad de otorgar la más mínima credibilidad a la “segunda municipalización”. Este año hemos asistido a la primera disolución de una corporación municipal, los escándalos urbanísticos, la no siempre clara política de personal y las sombras que se ciernes sobre las contrataciones administrativas.

Es cierto que los municipios prestan muchos servicios y tienen una financiación muy escasa, tanto directa como por vía de las transferencias de otras administraciones. Este problema debe solucionarse, pero la segunda descentralización no es la solución, sino un agravamiento, ya que se multiplicarían los órganos municipales, se lanzarían a prestaciones insostenibles financieramente, imposibilitaría cualquier política coherente que supere lo municipal, además de ser el mejor vehículo para el clientelismo y el caciquismo que permanece en nuestras ciudades y pueblos.

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