miércoles, noviembre 15, 2006

Anónimos e idiotas

Los griegos consideraban que una persona “idiota” no era una persona con cualquier tipo de disminución de sus capacidades intelectuales, sino que para ellos un idiota era un individuo particular, una persona considerada sólo en cuanto tal y no en relación con la comunidad de seres humanos en la que vivía. En este concepto se entiende que Aristóteles dijera que el ser humano era esencialmente un ser social o político y que el que estuviera fuera de la vida social era porque o bien era un dios o bien era una bestia.

La sociedad de masas y la condición postmoderna, que genera una mentalidad o filosofía ambiental (en palabras de Kant), nos invitan a llevar una vida particular, a crear microsociedades en las que escondernos del resto de la sociedad, que consideramos implícitamente hostil y ajena. El anonimato social es la consecuencia necesaria de esas microsociedades, de esos intentos de crear el paraíso en el interior de casas bien aseguradas por puertas blindadas. El mundo de nicks que Internet proporciona es la mejor expresión de esas personas anónimas que queremos salir de nuestro fragmento y decir lo que piensan, aunque no nos atrevemos, salvo honorables excepciones, a identificarnos.

En una sociedad que no es una sociedad, sino una sucesión de microsociedades inarticuladas y aisladas, el paso de romper el anonimato, de decir éste soy yo y así pienso, a quién le duela, es un gesto casi heroico y muchas veces mirado con sospechas. Sólo los que asumen ser héroes, poetas y reyes (parafraseando a Nietzsche) pueden decir que ellos no son idiotas. A los demás sólo nos queda reconocer nuestra idiotez con honestidad.

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