martes, marzo 25, 2008

¿Y tú qué Ministerio te pides?

José Luis Rodríguez Zapatero está preparando su lista de ministros para anunciarla inmediatamente después de obtener la investidura por parte del Congreso de los Diputados. Aún no me ha fallado para tantearme, pero tengo que estar preparado para decirle qué cartera quiero cuando me llame. Vamos a ver las posibilidades:

Presidencia es para María Teresa Fernández de la Vega y Economía y Hacienda para Pedro Solbes. Aunque los dos puestos molan, especialmente eso de hacer los Presupuestos Generales del Estado, es mejor no pedir imposibles. Tampoco lo intentaré por Sanidad, en el que veo muy sonriente a Bernat Soria ni en Educación y Ciencia, que para algo Mercedes Cabrera fue de número dos por Madrid.

Justicia siempre me ha gustado, en especial tener la capacidad para proponer indultos y presentar de un dichosa vez un proyecto para la adopción de un nuevo Código Civil, pero teniendo en cuenta la huelga de los funcionarios de Justicia y la mala leche que me gasto, lo mejor es que me mantenga apartado de allí.

Asuntos Exteriores es uno de esos ministerios bonitos, estrictamente políticos, que te permiten viajar, conocer los centros de poder de otros países y sentirte un poco protagonista de la historia. Pero creo que para empezar iré de humilde, como Javier Solana. Además está el tema de los Estados Unidos, ya que si gana Clinton u Obama la cosa irá bien, pero como gane McCain seguimos como la pasada legislatura, salvo milagro.

Interior es uno de esos ministerios que no lo pagan ni quince sueldos de los ministros mejores pagados del mundo: terrorismo, delincuencia común, violencia de género, coordinación policial, cooperación policial internacional, instituciones penitenciarias, protección civil, los accidentes de tráfico y las mismísimas elecciones. Mejor le digo al Presidente que si a mitad de legislatura necesita un repuesto pues sí, pero que ahora no.

Defensa es uno de esos ministerios de toda la vida. Todo el mundo se cuadra y te saluda a tu paso aunque se esté acordando de tu familia; en otros ministerios se acuerdan igualmente pero no siquiera se cuadran y te saludan. El problema que le veo es que yo no hice el servicio militar al ser declarado inútil y queda mal que un inútil reconocido mande sobre generales y almirantes llenos de estrellas, medallas y cruces.

Administraciones Públicas es un ministerio anodino donde los haya. Medio día reunido con comunidades autónomas negociando transferencias, otro medio con los funcionarios para ver la nueva resolución para la promoción interna en un cuerpo administrativo que está a punto de ser declarado en extinción y los fines de semana liado con delegados y subdelegados del gobierno, y encima no te conoce nadie.

Agricultura, Pesca y Alimentación es aún más soso que Administraciones Públicas y, además, casi sin competencias, ya que la mayoría están transferidas a las comunidades autónomas; todo el día negociando en Bruselas la Política Agraria Común y al final todo el mundo cabreado con uno. Industria, Comercio y Turismo pues como el anterior ministerio, pero aún más aburrido y con problemas con las nuevas OPAS a las eléctricas. Además nadie te conoce: si una señora dice que se llama Elena Espinosa nadie piensa que se llama igual que una ministra.

Fomento tiene la satisfacción de planear cosas bonitas como autopistas, autovías, puertos, aeropuertos y puentes. El problema es que, como dio Zapatero a entender en el debate con Rajoy, todo está planificado hasta 2020. Mientras tanto al ministro sólo le queda rezar para que no haya socavones, para que las empresas concesionarias de las obras no se demoren y para que dentro de cuatro años haya muchas cosas a inaugurar y una multitud de ciudadanos contentos porque sus viajes se han acortado en muchas horas.

Vivienda es un ministerio-blanco-de-tiro. Puedes hacer una nueva Ley del Suelo, intentar controlar el urbanismo salvaje, pero como la gente no se pueda comprar un piso cerca de su trabajo o en su barrio de toda la vida a un precio no demasiado indecente, no has hecho nada y eso no está en tu mano del todo. Además dicen que vivienda va a volver a reintegrarse en Fomento, con lo que sería una forma de exclusión decirle al Presidente que uno quiere un ministerio que va a dejar de existir.

Medio Ambiente fue un ministerio mono en sus inicios y más si a uno le interesaba la protección de la naturaleza. Pero ahora resulta que el Medio Ambiente es casi todo, junto a ella han proliferado muchas empresas especializadas en ese tema y hay una Plan Nacional de Emisiones de Gases que te puede matar de un disgusto antes que de un cáncer de pulmón.

Trabajo y Asuntos Sociales se parece a Administraciones Públicas, pero con otros personajes. Todo el día al teléfono o reunido con sindicatos y empresarios para ver si llegan a un acuerdo imposible. Luego eres el malo para todo el mundo. Hubiera sido estupendo ser el ministro que el proyecto de la Ley de Dependencia, pero eso se lo ha quedado Caldera para siempre.

Cultura es el único ministerio que queda y será para el que me postularé cuando me llame el Presidente. Como los anteriores ministros ya se han comido el marrón del canon, uno mira para otro lado y sonríe. Las competencias son de lo más agradables: museos, patrimonio histórico, archivos, fundaciones, teatros, libros, cine o promoción exteriores de la cultura española, es decir, todas esas cosas que le dan sabor a la vida. Además todo está tan dividido en compartimentos estancos que si se pierden unos mapas, pues cesas a la directora de turno y todos tan contentos, especialmente el ministro.

Si eres ministro de Cultura tienes mucho acto, mucho discurso, sales una barbaridad en la tele y te entrevistan en todos los programas nocturnos. Lo peor será aguantar cada año la gala de los “Goya” (es soporífera), con lo que estaré malito o de viaje, salvo que Pilar López de Ayala esté nominada y así pueda asegurarme que podré saludarle. Al actual ministro, César Antonio Molina, se le puede intentar hacer Director General de la UNESCO o ministro de Defensa, para lo cual me temo que no hay demasiados voluntarios.

Pues nada, Presidente, si está leyendo este blog, ya sabes que quiero ser ministro de Cultura. Si no lo lees te lo cuento mañana por teléfono, aunque para cuando me llames ya habrá alguno que habrá pensado lo mismo que yo y se lo haya pedido antes. Me veo en Bruselas negociando la cuota de la soja, si es que existe esta cuota.

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