miércoles, marzo 05, 2008

¿Tienen derecho a hablar sobre las cosas de la Iglesia los que no forman parte de ella?

La respuesta es rotunda: sí. Ahora quiero indicar los motivos por los que considero que los asuntos de la Iglesia están, y por ahora deben estar, sometido al escrutinio público.

La Iglesia es una institución que se ha instalado en lo público, en un sentido jurídico y en un sentido social, con las ventajas que esto tiene, por lo que han de asumir las consecuencias del escrutinio de todo el que pasa. Es una consecuencia de la opción que la Iglesia tomó y mantiene.

La Iglesia Católica en España alude constantemente a que su estatus está garantizado por un conjunto de tratados internacionales, sometidos al Derecho Internacional Público. Como es cierto hay que insistir en que lo mismo que ellos, que estos tratados forman parte de nuestro ordenamiento de Derecho Público y por tanto incluye a la Iglesia dentro del entramado institucional de España.

Es cierto que la Iglesia Católica en mencionada en el artículo 16.3 de la Constitución Española, otorgándole un reconocimiento. No se me ocurre un texto más público que la Constitución. La Iglesia no se opuso a esta mención, más bien luchó por ella. Ahora tiene que ser asumir las consecuencias del reconocimiento constitucional.

La Iglesia lucha por mantener y ampliar todo lo que pueda su espacio dentro de la Educación. A la Iglesia le encanta recibir fondos públicos para financiar sus centros de enseñanza, le gusta que el Estado pague a sus profesores de religión en los centros públicos, le satisface que su patrimonio sea restaurado a costa del presupuesto público sin dar nada y se complace y publicita obras sociales financiadas con fondos públicos, pero no quiere estar sometida a la opinión pública.

La Iglesia Católica considera que católico es toda persona bautizada dentro de esta confesión, aunque ellos no quieran serlo. Utilizan esta cifra engordada para hablar de los muchos que son, pero cuando estos católicos forzosos alzan la voz nunca son escuchados, cuando quieren ser excluidos no les permite para seguir manteniendo la apariencia de un número que sólo es aparente.

La Iglesia Católica tiene un gabinete de prensa, emite notas y convoca a los medios de comunicación a ruedas de prensa para dar su opinión sobre todo lo que ellos consideren oportuno (y están en su derecho), pero no aguantan que los medios hagan preguntas, opinen o discrepen sobre sus pronunciamientos. Ellos sólo quieren aparecer en los medios y en el debate público para dar sermones pero no para recibir réplicas. De los medios de comunicación de la Iglesia prefiero no hablar.

La mayoría de las fiestas laborales en España son fiestas religiosas. Cada vez que una de esas fiestas ha sido quitada o dejada a la opción de las autoridades autonómicas hemos tenido que soportar una tormenta sobre la “decadencia moral de España” (nunca he entendido qué tienen que ver la Moral con no ir a trabajar el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María). Ellos determinan la mayor parte de nuestras fiestas laborales; eso es querer estar en lo público y tienen que asumir la contrapartida del escrutinio público.

La Iglesia Católica en España se ha instalado en el ámbito de lo público y quien quiere estar en lo público, en un sentido jurídico y en un sentido social, debe aceptar no sólo las ventajas, sino las desventajas de esta situación, que no es otra que el escrutinio público.

En lo concreto esto quiere decir que si uno tiene que pagar con sus impuestos muchas de las actividades de la Iglesia, si tiene que escucharles a través de los medios públicos de comunicación (donde tienen hasta programas), si hay que aceptar que se den licencias a los medios de la Iglesia e incluso aceptar que decirte que votar al PSOE es una forma de apoyo al terrorismo, cualquiera está perfectamente legitimado para opinar públicamente sobre las cosas de la Iglesia, como es la elección del Cardenal Rouco como Presidente de la Conferencia Episcopal.

Haciendo uso de mi derecho y de mi legitimidad para ejercerlo, quiero decir que la mayoría conservadora ha puesto al frente de la Conferencia al más conservador de los obispos españoles (Rouco iba por libre dada su falta de sintonía con Blázquez). Si los conservadores son la mayoría en el Episcopado, no lo es entre los fieles, pero claro a ellos sólo se les tienen en cuenta para lo de la casilla del IRPF.

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