miércoles, marzo 26, 2008

Que se quede Rubalcaba


No hay nada que me haya provocado más inquietud que la posible marcha de Pérez Rubalcaba del gobierno. Mucho me costó aceptar que dejara la portavocía del Grupo Socialista en el Congreso, para que ahora no esté ni en un sitio ni en otro.

Ha habido quienes dicen que Rubalcaba representaba al PSOE anterior a Zapatero, a aquel PSOE liderado por Felipe González y Alfonso Guerra y tuvo discretos resultados electorales, como ganar cuatro elecciones seguidas, dos con mayoría absoluta y otra con la mitad de la cámara.

Es cierto que el final de la época de Felipe González (lo que los medios de la derecha llamó “Felipismo”) implicó un fuerte desgaste para el PSOE y que el sucesor, Almunia, no pudo impedir que el bajo tono se transformarse en apatía.

El secretario general elegido en el XXXIV Congreso, ejemplo de democracia, fue visto como una ruptura con el pasado felipista, pero rápidamente tuvo que apoyarse en uno de los hombres de Felipe, Pérez Rubalcaba, para dar consistencia a una Ejecutiva que no tenía la solidez necesaria ni la experiencia precisa para que los cocodrilos de la política no te coman nada más acercarte.

Rubalcaba ha sido el enlace con lo mejor de la historia cercana del PSOE, ha aportado experiencia de verdad, ha sabido negociar con todos los partidos y leer las cartas de navegación durante una tormentosa travesía de cuatro años. Todo ello sin mencionar sus apoteósicas intervenciones en el Congreso, pues ponía boca abajo las bancadas populares sin inmutarse ni levantar la voz.

Este conjunto produce credibilidad, autoridad y respeto incluso por parte de los chicos más gritones del PP. No se puede perder el activo político que Rubalcaba representa y hay que buscarle, o inventarse, un lugar desde el que pueda seguir rindiendo el servicio impagable que le ha dado y le da al PSOE, a sus votantes y a toda España.

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