miércoles, marzo 05, 2008

Destruyendo el concurso de Eurovisión desde dentro

Puede que mi generación, esa generación perdida e insulsa que ni vivió los sesenta, ni las revueltas de los setenta, ni la movida de los noventa, haya sido la última que haya vivido el prestigio perdido del Concurso de Eurovisión.

Ahora ya desengañados de esos mitos infantiles, postreros restos de un Tardofranquismo que se resistía a morir en la sociedad española, nos hemos lanzado con entusiasmo a lacerar Eurovisión. El “Chikichiki” es la peor canción que nunca haya podido representado a España y por eso la hemos votado. Pasamos de Eurovisión y de todo lo que simboliza.

Pero este pasotismo no es pasivo, sino activo. Queremos destruir Eurovisión por eso votamos al “Chikichiki”. Nos hartaremos de reír cuando veamos los vídeos de su actuación y la puntación que reciba, que esperamos que sea cero. El colmo sería que ganase.

Lo malo es que no vamos a ser los únicos que romperíamos la baraja. Irlanda ha decidido enviar al concurso a un pavo de trapo, un muñeco. A este paso pronto conseguiremos el objetivo final, la destrucción del concurso de Eurovisión.

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