jueves, marzo 27, 2008

La izquierda y los Estados Unidos

La izquierda siempre ha sido muy reacia a los Estados Unidos como un todo, como política, como forma de vida, como cultural y como referente. El otro día leí una entrada de Lluís Pérez Lozano (en catalán y en castellano) en la que reivindicaba el liderazgo que la Norteamérica progresista ha tenido en las democracias occidentales, y achacaba a la influencia de la propaganda soviética en los años sesenta y setenta la alergia que la mayor parte de la izquierda catalana (y no diría que española) tiene a los Estados Unidos.

Guste o no los Estados Unidos son la democracia más antigua de las existentes y ha servido de modelo, más o menos confesado, a las diversas democracias occidentales. La democracia estadounidense exhibe sus virtudes y también sus defectos, lo cual ha sido una pedagogía impagable para los países que se adentraban en esta forma de gobierno.

No podemos dudar que en los Estados Unidos, los liberales (denominación local para la izquierda) han sido el motor del cambio y la transformación de este país. Los liberales han hecho de los Estados Unidos un referente en muchos planos, desde colocar a Norteamérica como primera potencia mundial a la efectividad de los derechos civiles reconocidos en la Constitución.

Se nos ha querido hacer creer que los Estados Unidos es un oscuro imperio de lo conservador. Pero pronto se olvida que Clinton ganó con tranquilidad sus dos elecciones presidenciales, que Al Gore obtuvo la mayoría de los votos populares (que no de mandatos) en 2000, que actualmente tanto la Cámara de Representantes como el Senado tienen mayorías bastante liberales, así como la mayor parte de los gobernadores de los diversos estados.

En España cuando gana la izquierda hay quienes dicen que es debido a la ignorancia de los españoles, pero buena parte de la izquierda española piensa que en Estados Unidos ganan los republicanos porque los estadounidenses son unos ignorantes. Reconozcámosles a los estadounidenses una sabiduría política al menos igual de consistente que la nuestra y seamos capaz de admitir que la decadencia de los liberales en los ochenta y primera parte de los noventa se debió en buena parte a política no renovadas y a creer que la sociedad no había evolucionado desde la época de F. D. Roosevelt.

Programáticamente Barack Obama no es el más liberal de los candidatos presidenciales que han tenido los demócratas. Pero Obama sí despierta el entusiasmo de los liberales. ¿Por qué? Porque Obama sabe transmitir con una oratoria brillante una identidad que todo el mundo tiene dentro de sí, una identidad de comunidad en la que hay que cuidar a todos sus miembros y recurre a la emoción. Ya lo dijo George Lakoff (a quien también Lluís Pérez cita) no se vota según datos o “verdades”, sino según identidades.

La propaganda comunista que más éxito tuvo en Europa Occidental no era aquella que glorificaba a la Unión Soviética (cosa difícil ya que se conocían los horrores de la URSS), sino la que atacó sistemáticamente a los Estados Unidos. La propaganda comunista consiguió crear pocos comunistas pero sí multitudes de antiamericanos. Con ese prejuicio antiamericano se ha pretendido inocular el virus de la duda sobre la democracia como sistema, ya que si el arquetipo es perverso, sus reflejos tienen que serlo aún más.

Pienso que es hora que la izquierda europea deje de ser tan antiamericana; ya ha llegado el momento en el que declararse de izquierda y tener una visión amplia sobre los Estados Unidos no sean socialmente incompatibles; hay que rechazar el tópico que ser de izquierdas es ser forzosamente antimericano.

Esto no quiere decir que haya que caer en un movimiento pendular y ahora la izquierda quede embelesada por la democracia americana. Somos conscientes de lo bueno y lo malo que han hecho los Estados Unidos, mi invitación no es consistir en decir que nos debemos olvidar de lo malo, sino que no nos debemos olvidar de lo bueno.

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