sábado, marzo 01, 2008

Xenofobia y lucha de clases

Las andanadas que suelta el PP sobre inmigración han hecho revivir el pequeño marxista que alguna vez fui. No encuentro forma mejor que algunas dosis de Marxismo para explicar la artera estrategia del PP en materia de inmigración.

Como ya descubriera hace años Le Pen, los del Partido Popular saben que los sectores que viven la inmigración de una forma más cercanas son normalmente votantes de la izquierda. Quieren darles a entender que la izquierda les ha abandonado y que les ha introducido nuevos competidores en el mercado laboral y social. Identifican inmigración con crimen y exageran cualquier noticia para aprovechar debilitar electoralmente a la izquierda en ese punto.

La xenofobia que se va produciendo es un mecanismo de extraordinaria fuerza para ocultar los verdaderamente importante: la lucha de clases (a que suena a antiguo). Lo traduzco a lenguaje moderno: el discurso identitario oculta la distribución de renta.

Una persona es enfrentada al emigrante como origen de su situación social, cuando esa situación social no ha sido ni creada por el inmigrante, ni agravada por él, sino que es previo y se corresponde con la asimetría de la organización social.

Se opone “pobre” español a “pobre” extranjero, para que el “pobre” español sea instrumento de identidad pero que no se pregunte por las causas sociales que han podido converger en su situación. Nadie acepta ser el último escalón de la estratificación social y rápidamente se busca a alguien o a un grupo que esté por debajo, para repetir la relación de dominación con un simple cambio de actores y papeles.

El antagonismo social se desvía de la lucha de clases a la lucha de etnias. La consecuencia es que las clases económicas dominantes ven como su situación no se pone en duda, se legitima por la omisión del conflicto, y la lucha se desvía a una “guerra civil” entre los sectores desfavorecidos.

Decía Kurt Lewin que “nada une más a un grupo que un enemigo común”. Es cierto, pero esa unidad nubla las disensiones internas del grupo y la jerarquización previa al conflicto externo. La xenofobia no sólo es inmoral, sino que es un instrumento de las clases dominantes para que sean los dominados piensen que son importantes.

El reconocimiento, por parte de Gabriel Elorriaga, que el discurso de inmigración del PP lo único que persigue es provocar abstención dentro de los votantes socialistas, confirma que al Partido Popular la inmigración le importa “un pimiento” y su intención es utilizarla para que muchos votantes socialistas se abstengan perjudicando a la formación política que más normalmente les representa, para que llegue al poder la que desde luego no sólo no les representa normalmente, sino que mantiene unos intereses absolutamente opuestos a los suyos.

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