jueves, marzo 20, 2008

Comunicación de calidad para el nuevo gobierno

Las campañas electorales nacionales del PSOE son tradicionalmente las mejores que se hacen España. Esta superioridad de campaña sólo se mantiene en campaña, porque en el momento en el que se acaba el proceso electoral, la capacidad de comunicación política del PSOE desaparece súbitamente.

La última legislatura ha sido un ejemplo de esto. El gobierno de Zapatero ha tenido un problema terrible para comunicar a los ciudadanos cuál es su postura y qué estaba haciendo. El Partido Popular y los medios de la derecha han estado marcando la agenda, diciendo de qué había que hablar y de qué no, estableciendo de esta forma el escenario político en cada ciclo de noticias.

Los problemas de comunicación del gobierno han sido tales que le hubiera costado La Moncloa a los socialistas, si la infinita torpeza de los populares y su gusto por el exceso político no hubieran provocado el rechazo de buena parte de la sociedad. Han ganado las elecciones por una conjunción de factores, desde el carisma del candidato, la fortaleza del PSOE, la movilización de la izquierda y el apoyo mediático puntual.

La agenda política ha estado saturada de temas de calado que ha oscurecido muchas decisiones importantes que el gobierno de Zapatero ha tomado. La “Ley de Dependencia” no sólo justifica una legislatura, sino tres, pero al gobierno de Zapatero no le ha dado rentabilidad política ni dos semanas. Parece como si no hubieran hecho nada en este terreno tan sensible, extendido y tan abandonado hasta este momento.

Con toda la humildad me propongo hacer unas recomendaciones para mejorar la comunicación del gobierno con los ciudadanos:

1) Se debe asumir que la comunicación política del Gobierno no es sólo una actividad puramente política, sino que es una obligación del Gobierno y un derecho de los ciudadanos. Tenemos derecho a que sea el Gobierno el que nos informe directamente, ya que es fruto de nuestra elección. El Gobierno tiene que decirnos qué piensa hacer, cuáles son sus argumentos y cómo va la puesta en práctica de sus decisiones. Dejar esto para las sesiones de control en las Cortes Generales es querer una política del siglo XIX para una sociedad del siglo XXI.

2) Hay que terminar con la división de esta función en personas y órganos diferentes. Moraleda ha sido el Secretario de Estado de Comunicación, pero la portavoz ha sido la Vicepresidente, Fernández de la Vega. Toda la comunicación debe estar dentro de un solo organismo y tener al frente a un persona que coordine y dirija esta actividad. Dado nuestro sistema institucional lo recomendable es que esta persona sea un ministro o ministra con cualidades de comunicación suficientes y en dependencia directa de la Presidencia del Gobierno.

3) La comunicación política no es un elemento adjetivo de la actividad del Gobierno, esto es, no es la presentación pública de algo que se ha pensado y decidido interiormente. El responsable y el equipo en cargado de la comunicación política tienen que formar parte de todas las tomas de decisión. El motivo es muy sencillo: una buena medida puede quedar sin sentido porque incluso sus destinatarios la ignoran, porque no tiene repercusión en los medios de comunicación, ha quedado oscurecida porque el ciclo estaba dominado por otro tema o bien ha sido mal o insuficientemente explicada.

4) La comunicación política de todos los ministerios y los organismos del Gobierno de España tienen que encontrarse coordinados. La política la dirige la Presidencia y ninguna parte del Gobierno o de la Administración debe actuar autónomamente, salvo que una norma legal así lo establezca.

5) Es imprescindible que sea el Gobierno el que marque la agenda. Marcar la agenda es decir qué es lo relevante en la política en los diversos plazos. Hace que los demás estén un paso por detrás, ya que marcar los términos permite establecer las condiciones del debate público. No es ninguna garantía porque en una sociedad libre, como la española, el debate pueda cambiar, pero que el Gobierno parta siempre con desventaja no es lo más positivo.

6) La tradición de que el Gobierno sólo celebra una rueda de prensa a la semana, el viernes después del Consejo de Ministros, deja al Gobierno toda una semana dependiendo del acierto puntual de un ministro en unas declaraciones en la entrada o en la salida de un acto oficial. El Gobierno debe celebrar continuas ruedas de prensa, ser él quien alimente de noticias a los medios y dar el criterio que han de seguir todos sus miembros. Llevar la iniciativa le permitirá hablar con su lenguaje (y las consecuencias políticas de éste) y no con el lenguaje de la oposición.

7) El PSOE ha convertido en una costumbre que el secretario de organización sea el portavoz del Partido en cuestiones políticas. Esta función la ha desempeñado Pepe Blanco. Después de dos victorias electorales no tiene sentido cuestionar el papel de Blanco como secretario de organización, pero sí como portavoz. Blanco tiene poca presencia, una expresión poco vistosa y no le cae demasiado bien a los propios. En todo caso el portavoz o la portavoz del PSOE (la idea de Elena Valenciano me parece buena) no debe intervenir continuamente, porque cuando se habla desde Ferraz se pierde la gran ventaja que es hablar desde La Moncloa.

8) La voluntad política de los ciudadanos se expresa en circunscripciones, que para el Congreso coinciden con las provincias, salvo en dos casos. Los medios locales y provinciales tienen mucho que ver en la formación de la percepción social de la actividad del Gobierno. La coordinación en la comunicación no sólo debe darse en los niveles más altos, sino en todas las instancias responsables de la comunicación situadas en la llamada “administración periférica”.

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