jueves, junio 28, 2007

Recensión: Borges. Una vida


Varias han sido las biografías y libros que sobre Borges se han publicado recientemente. Entre las nuevas ofertas editoriales adquirí la biografía escrita por Edwin Williamson, titulada Borges. Una vida (Seix Barral, Barcelona, 2007).

Preferí una obra realizada por un autor inglés, porque tengo la experiencia de que entre los anglosajones hay cierta garantía de calidad, dada la gran tradición biográfica dentro de los países de esta esfera cultural. He de indicar que esta obra me ha decepcionado profundamente.

El autor, en las páginas introductorias, deja clara su intención de luchar contra la imagen de un Jorge Luis Borges encerrado en una torre de marfil cultural, compuesta únicamente por libros, autores y tradiciones literarias. Esta intención es lógica y connatural al propio oficio del biógrafo, que es un simple exegeta de textos encerrados en sí mismos, pero lo que es entendible se convierte en un movimiento pendular difícilmente justificable. Frente a un autor que desaparecía en su obra, en la concepción común, Williamson sobrepone al autor sobre la obra, hasta el punto de la disolución de unos escritos que ellos solos han cautivado a millones de lectores.

Es normal que un autor rastree aspectos biográficos dentro de la obra del personaje al que dedica su estudio, pero lo que pasa todos los límites es que los textos de autor se reduzcan únicamente a sus claves biográficas, es decir, la inmensa obra de Borges queda caricaturizada como un trasunto de la existencia del gran escritor argentino. El análisis de elementos tan interesantes de la obra borgiana, como es la indicación de las fuentes y las influencias literarias casi desaparece.

En mi opinión lo más criticable no es la reducción biográfica de la producción de Borges, sino las reglas de interpretación que el biógrafo emplea. Es una interpretación centrada en un psicoanálisis atosigante, en las relaciones familiares, concretamente en la mantenida con su padre y madre, así como en asuntos afectivos y sexuales, concretamente en su fracasado amor por Norah Lange.

La importancia de Norah Lange en la vida Borges puede que haya sido el gran hallazgo de Williamson, ya que siempre había sido considerada como un amor pasajero y más de la Norah adolescente que otra cosa. Williamson cae en la tentación de extender su descubrimiento casi hasta los últimos días de este escritor; lo único que para la omnipresencia de Norah Lange en casi todas las páginas del voluminoso libro, ha sido el papel redentor que le otorga a María Kodama en los últimos años de vida de Borges. Un papel redentor sospechoso a mi entender, sobre todo cuando le agradece el permiso para la cita masiva de textos de Borges de los que ella es la propietario de los derechos intelectuales. No voy a entrar en la polémica sobre esta última pareja de Borges, porque no tengo el conocimiento adecuado, pero creo que “in medio uirtus” debería ser una norma sagrada del biógrafo.

Decía Javier Cercas que lo bueno que tiene la inmensa erudición de Borges es que no era una simple muestra de todo lo que el autor había leído, como con otros escritores, sino que era una invitación a leer todo lo que él había leído. Siguiendo a Cercas, estoy de acuerdo con él con que el lector termina los textos borgianos con ganas de sumergirse en todo lo que Borges ha digerido y plasmado en sus escritos. Al leer esta biografía uno no termina con ganas de leer, sino que lo que realmente le apetece es irse de parranda por Buenos Aires con Borges, Oliverio Girondo y Norah Lange, también ir a visitar a Bioy Casares, así como unirse al Partido Radical para acabar con los caudillos federalistas del final del siglo XIX en Argentina para contentar los sueños patricios y heroicos de la madre de “Georgie”. Al acabar la lectura, he pensado que sería conveniente comprar el libro sobre Borges escrito por Bioy Casares, su amigo más íntimo.

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