lunes, junio 25, 2007

El dinero también vale en Palestina

Mahmud Abbas (Abu Mazen), Presidente de Autoridad Nacional Palestina (ANP), se ha convertido en el hombre bueno para Occidente. Hasta ahora, el sucesor de Arafat era valorado como su predecesor, como un personaje que podía parecer presentable antes la opinión pública occidental, pero que mantenía un discurso distinto cuando se dirigía a su población y no se tomaba demasiado interés en perseguir a los terroristas palestinos que actuaban en territorio israelí. Las autoridades norteamericanas, israelíes y europeas consideran que Mahmud Abbas era algo así como la cara amable del terrorismo palestino, con el problema de que había sido legitimado democráticamente, al ser elegido a la sombra de la muerte del mítico Yassir Arafat.

Las últimas elecciones legislativas dentro de los territorios de la ANP llevaron no sólo a una gran presencia de los islamistas radicales de Hamás en la cámara legislativa, sino a que tuvieran la mayoría absoluta y ellos fueran los inevitables encargados de formar gobierno, de elegir de dentro los suyos al Primer Ministro, pese a que tuvieran ministro de Al Fatah, el partido nacionalista palestino (de carácter socialdemócrata y laico) fundado por Arafat.

Los palestinos, con una democracia naciente, tuvieron que afrontar el difícil asunto de la cohabitación entre la Presidencia de un partido y un gobierno de otro. La primera diferencia entre los partidos palestinos y los occidentales es que todos tienen facciones armadas, independientes de las fuerzas de seguridad pública. La segunda diferencia es que Al Fatah es un partido que se ha caracterizado por una corrupción generalizada en su gestión al frente de la ANP, mientras que Hamás aún se encuentra limpio de ese asunto, no por virtud de sus componentes, sino porque desde que llegaron al gobierno no han visto un solo dólar de las ingentes cantidades de dinero provenientes de los fondos norteamericanos, europeos y de los ingresos fiscales que los israelíes cobran y que deben transferir.

La toma de Gaza por la fuerza por parte de Hamás ha convertido a Abbas en un político cabal, porque por definición lo es todo el que tenga problemas con Hamás. Los países occidentales se han aprestado con rapidez a salvar las dificultades económicas del gobierno palestino situado en Cisjordania, para mandar el mensaje que la población bajo el gobierno de Abbas recibiré el beneficio en millones de dólares, mientras que los que se encuentran bajo el gobierno golpista de Hamás padecerán aún más, como si vivir en la franja de Gaza no fuera por sí un padecimiento terrible.
Ahora vemos más claro que nunca el papel del dinero, de las grandes transacciones y cuentas, en el mundo de la política internacional. Corea del Norte ha accedido a desmantelar su programa nuclear y aceptar inspecciones desde el momento en el que sus cuentas (las de sus dirigentes, más bien) se han desbloqueado e inmensas sumas de dinero se encuentra ya en seguro depósitos en Rusia. En última instancia, el dinero sigue moviéndolo todo y ello es una garantía de dos cosas: que todo el mundo es corruptible (aspecto negativo) y que incluso el más loco de los dirigentes tiene un precio (probablemente el aspecto positivo de todo esto).

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