miércoles, junio 27, 2007

Neologismo poético

Tengo un amigo que es un poeta, pero un poeta oral. No es que realice ripios baratos, ni mucho menos rimas groseras. No hay manera de poder leer algunos de sus mejores poemas, sólo se puede estar acceso a su producción a través de la recitación del propio autor. Sencillamente un poeta que se niega a escribir sus poemas y no sólo está en su derecho, sino que es una virtud: su poesía es para las personas a las que él considere merecedoras y no para el que, a cambio de unos pocos euros, pueda hacer todas las consideraciones que les vengan en gana a lo que no es más que el reflejo más profundo y honesto de su ser. Como no quiero romper su intimidad, le llamaré Juvenal, sin pretender establecer relaciones veladas entre el poeta latino y mi amigo.

Parte de su producción literaria es lo que él llama el género de los “neologismos”. Son expresiones, juegos de palabras o expresiones. Voy a poner una pieza de este peculiar arte y explicarla, pues la gracia (que diría Lorenzo Valla) está tanto en el término como en la explicación. Ni que decir tiene que cuento con la autorización expresa de juvenal.

El “sementerio”. El seseo es una característica de la región de la que es originario Juvenal. Recordaba el poeta que pasó una etapa realmente onanista y empleaba papel para limpiarse que indefectiblemente terminaba debajo de la cama. Una tarde, un conocido le dijo que había ido al cementerio (pronunciado con seseo) y él le vino la imagen de todos esos papeles arrugados debajo de la cama, como camposanto de tanto semen desparramado, un sementerio”.

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