martes, diciembre 25, 2007

Una democristiana atacada por el PP

Paseaba por algunos blogs. En “No al extremismo” me encontré con una referencia a una diputada a la que le había perdido el rastro y de la que guardaba un buen recuerdo por su actividad parlamentaria, Pilar Salarrullana, y al maltrato que a través de la red los amigos de Rajoy le han proporcionado, hasta el extremo de tener que cancelar su blog.

¿Qué ha hecho una demócrata cristiana para merecer este trato de los seguidores de un partido que dice beber de las fuentes del “Humanismo cristiano”? Su pecado ha sido analizar libremente la realidad, no aceptando cosas del gobierno de Zapatero y otras considerándolas positivas. Algo tan normal en una democracia que es inaceptable para los cachorros de Acebes, Zaplana o Rajoy.

Pilar Salarrullana perteneció al extinto Partido Demócrata Popular y pasó con todos los parlamentarios de su formación al Grupo Mixto después de la descomposición de la Coalición Popular. Antes había sido senadora.

Muchos de sus compañeros estuvieron en el Congreso, cumplieron con la expediente y se fueron a casa cuando Felipe González adelantó las elecciones generales, seguros de que su formación no iba a conseguir ni una sola acta parlamentaria. La señora Salarrullana dio la batalla para que el Congreso se implicase en el estudio de uno de esos sordos problemas que afectan a la sociedad española, pero que únicamente salen a primera escena cuando hay una tragedia mortal: las sectas.

Fue una heroína de la lucha contra las sectas. Hizo que el Congreso estudiase el fenómeno por medio de una Comisión Mixta del Senado y del Congreso para estudiar la situación de las sectas en España. El fruto de este estudio es un informe, bastante bueno, que es un referente en nuestro país cuando hablamos de sectas y comportamientos sectarios. Los poderes ejecutivos poco o nada han hecho, a pesar de que nuevamente hay parlamentarios que insisten en este asuntos.

Bien podría la señora Salarullana haber vegetado en su escaño sin que nadie la conociera, pero prefirió servir a la ciudadanía, llevando a Las Cortes un tema delicado, por el que recibió amenazas y que no sólo comprometió su proyección política, sino también su integridad personal. Desde aquí mi más sincero homenaje y manifestar mi repulsa a aquellos que no aceptan nada que no sea lo que sus obturadas orejas quieren oír.

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