lunes, diciembre 10, 2007

Reflexiones sobre el referendum venezolano

Me he estado reprimiendo durante varios días para no escribir nada sobre el resultado del referendum de reforma constitucional celebrado el pasado domingo, 2 de diciembre. Muchos han sido los articulistas, los tertulianos radiofónicos y los esforzados compañeros de la Blogosfera que han comentado y analizado los resultados de la consulta popular. El hecho de haberme reprimido se debe a la necesidad que sentía paralelamente de tener un poco de distancia y de darme tiempo para pensar, más allá de las reacciones en caliente.

Hugo Chávez ha admitido la derrota y el proceso electoral ha sido limpio en palabras de los observadores internacional presentes en Venezuela. Esto rompe con la estrategia de la oposición que le llevó a no participar en las últimas elecciones legislativas para forzar una cámara monocolor que escenificara las pretensiones dictatoriales de Chávez. El referendum les habrá hecho aprender que si los opositores hubieran participado en las legislativas probablemente hubieran sido una minoría, pero en unas elecciones limpias.

El resultado del referendum es la derrota no sólo de una reforma constitucional, sino de un concepto de democracia. Es la derrota de la democracia procedimental. La elección de cargos fundamentales por medio de sufragio universal no restringido, salvo por la edad, entre diversas opciones y con igualdad de oportunidades es “condicio sine qua non” para que haya una democracia, pero si bien es necesario, no es suficiente. El poder debe estar limitado por el respeto y la promoción de los derechos individuales, garantizándose su protección efectiva. Dado este segundo paso, estaríamos ya hablando de democracia en un sentido más pleno (Hugo Quiroga trata de forma interesante aunque parcial este asunto).

La democracia procedimental es la que se conforma con la primera parte de esta definición de democracia que hemos propuesto, por lo demás muy convencional. En la democracia procedimental todo se justifica sobre la base de unos resultados electorales, de forma que el que detenta el poder no se siente impelido a justificar con argumentos racionales sus decisiones cotidianas. Se tiene razón en todo porque se ganaron unas elecciones y no porque las decisiones sean positivas desde el punto de vista económico, social o político.

Los resultados del referendum de reforma constitucional se interpretan con extraordinaria claridad a la luz de los datos de las elecciones presidenciales de 2006. Queda claro el rechazo de la reforma propuesta proviene de los partidarios de Chávez que se quedaron en casa y no fueron a votar, lo cual se tradujo en la pérdida de tres millones de votos, con poco más de trescientos mil votos que ganó la oposición respecto a las presidenciales.

No se me ocurre otro nombre para este hecho que el de voto de castigo. Los propios partidarios, insatisfechos por la labor de gobierno de Chávez en su tercera presidencia y todavía esperanzados en el proyecto chapista, se han abstenido y no han votado en contra de su líder político.

Hugo Chávez se mantiene en el poder desde 1999. Ha hecho grandes gestos, una nueva constitución, pero la impresión general es que los sectores más desfavorecidos no han visto cambios sustanciales, más allá de ayudas y acciones más propias de la beneficencia que de la transformación social. Beneficencia es montar comedores en barrios pobres, transformación social es que haya empleo y que cada cual coma en su casa lo que quiera y haya podido adquirir con un salario justo a cambio de un trabajo digno.

Chávez y su mastodóntico gobierno de veintisiete ministerios han trabajado poco y han salido mucho en televisión. Han deseado constitucionalizar un programa político que no ha intentado llevarlo previamente a la práctica a través de la legislación ordinaria, los reglamentos y los actos administrativos. Gobernar es eso y no estar siempre en un eterno proceso constituyente. Gobernar es hacer menor la normalidad y no estar siempre excepcionalizando para que el resultado de la labor de gobierno no pueda ser escrutado por el electorado.

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