sábado, noviembre 10, 2007

John Edwards for President


La carrera hacia la nominación a la Presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata parece tener un solo nombre: Hillary Clinton. Era la favorita entre los demócratas cuando anunció su candidatura para la Casa Blanca y lo sigue siendo, con el apoyo monolítico de Comité Nacional Demócrata, los medios de comunicación y abundantes donaciones para una campaña tan costosa, como es la campaña presidencia en los Estados Unidos.

Bill Richardson (gobernador de Nuevo México), Barack Obama (senador por Illinois) y John Edwards (candidato a la Vicepresidencia en 2004) presentaron también su candidatura a la nominación demócrata contra la clarísima candidata, ex primera dama y senadora. A día de hoy las cosas siguen favorables para Hillary, ya que está por delante de sus oponentes demócratas en todas las encuestas, uniéndose a ello que Obama, candidato de nuevo perfil, se ha estancado y no encuentra la forma de quitarle el predominio a Clinton.

Otra pequeña variación sí se ha dado y ésta puede tener una trascendencia. John Edwards ha ido consolidando sus posiciones, buscando los pilares tradicionales del Partido Demócrata y subiendo lo justo en las encuestas como para aspirar a ser la verdadera alternativa a Clinton.

Si Obama no consigue apoyos suficientes y Edwards logra superarle varias de las primeras primarias, podríamos ver la retirada de Obama con el consiguiente apoyo a Edwards, a cambio de la promesa de formar parte del “ticket” demócrata. Es posible que alguno piense que la retirada y las ofertas deberían darse en sentido contrario, pero difiero de esta apreciación por dos motivos: Edwards es un verdadero genio en recaudar fondos incluso si las cosas no van muy bien y no es lo mismo ascender que descender, como lo sucede a Obama.

Los demócratas hace tiempo que andan muy despistados por la fuerza del Conservadurismo para conseguir que los estadounidense voten incluso contra sus intereses. Edwards no tiene complejos en defender la política tradicional del Partido Demócrata, que emana de Franklin D. Roosevelt, y con una capacidad envidiable de comunicación consigue hacer que la gente piensen en valores de igualdad y de derechos para todos en vez de en valores protectores de las clases dominantes.

El hecho de que los norteamericanos comienzan a dar síntomas de hartazgo respecto de la “revolución conservadora” y de sus efectos, así como circunstancias tales como la mayoría demócrata en las dos cámaras del Congreso, nos permite pensar que ya haya llegado el momento de este “new dealer”.

Es posible que la conjunción de estos y otros factores haya hecho que Murdoch y buena parte de la derecha no religiosa se hayan agrupado en torno a Giuliani para conseguir su nominación por el Partido Republicano precisamente porque es el menos conservador o más liberal de entre los candidatos republicanos. Todo ello plantea un dilema entre los jerarcas republicanos, ya que si el candidato no es del gusto de la derecha cristiana ya hay voces que amenazan con presentar un candidato independiente, lo que daría las elecciones a los demócratas.

Edwards es un liberal del tipo Lyndon Johnson (en el sentido estadounidense de “liberal”, con base en los sindicatos y los sectores menos favorecidos de la población, sureño (como los tres últimos presidentes demócratas) y sin la fama de estar comprometido con los grupos de interés como Clinton. Es liberal pero sin elementos repelentes para los conservadores moderados, justo lo contrario que le pasa a Clinton. No es extraño que sea Edwards el único demócrata que le ganaba a todos los candidatos republicanos, según unas encuestas de hace meses.

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