domingo, noviembre 18, 2007

Atacando a los sindicatos

Una serie de asociaciones liberales, posiblemente teledirigidas desde el Palacio del Elíseo, han conseguido reunir de entre cinco mil a diez manifestantes contra la huelga del transporte que está azotando a Francia estos últimos días como protestas a las reformas del hiperactivo Presidente Sarkozy.

Una huelga para ser efectiva tiene que ser molesta, porque de lo contrario no serviría para nada. Cuando los huelguistas son trabajadores de un servicio público el perjudicado no es solamente el empresario sino sobre todo los usuarios, que son los que harán que el empresario se mueva en sus posiciones. Es evidente que una huelga en un servicio público, como es el transporte, perjudica a muchas personas que no les va ni les viene el conflicto laboral, pero de allí a pedir la derrota de los sindicatos hay un abismo, ¿por qué?

Los sindicatos no son entidades angélicas, más bien, tienen defectos y algunos graves, pero lo que sí está claro es que se deben a su público, esto es, a los trabajadores que representan. Si los sindicatos en una batalla crucial son derrotados, ya no habrá nadie que articule los intereses de los trabajadores con la fuerza del número.

Paralelamente nadie se acuerda de las organizaciones empresariales, de la forma de actuar como grupo de presión, de los medios que emplean para modelar o variar la voluntad popular según su interés. Si la estructura sindical cae, estaremos en manos de unos empresarios que no sólo nos les interesa los servicios públicos, sino que lo que desean es adueñarse de ellos para dar una prestación de pena a un precio de lujo.

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