viernes, noviembre 23, 2007

El centro político no gana elecciones

Estas dos últimas semanas, entre los varios libros que alterno, me he liquidado apasionadamente las memorias de Alfonso Guerra, Vicepresidente del Gobierno entre 1982 y 1991.

En sus memorias hacía un comentario, no recuerdo la página, en el consideraba falso uno de los dogmas electorales de nuestra democracia: el centro político es el que da el poder en España a uno de los dos principales partidos políticos. Decía que el triunfo electoral no depende del centro, sino de la abstención, de que los votantes de izquierda vayan o no a votar.

César Molinas publicó en “El País” (11 de este mes) un interesantísimo artículo para exponer en el que analiza este fenómeno y le da un nombre: la izquierda volátil. De todas las elecciones generales desde 1977 los españoles han votado mayoritariamente a candidaturas de izquierda, excepto en un caso, por lo que el tópico de que los españoles somos de izquierda, además de tópico resulta ser verdadero.

No voy a contar la demostración de Molinas, que utiliza los datos oficiales publicados por el Ministerio del Interior. A él remito. Yo quiero hablar de los votantes de izquierda, diciendo algún tópico que también es verdad.

El votante de izquierda es un espécimen curioso, su nivel de exigencia hacia sus candidatos no es que sea alto, es irritante. Un votante de izquierda oye diez enunciados de un político también de izquierda y si hay uno solo de los enunciados que no comparte, decide no votar esa candidatura. Generalmente esto le pasa con el PSOE y con Izquierda Unida, de mayor empatía sentimental, lo que le sucede es que no acaba de fiarse.

La consecuencia de todo esto es que los votantes de izquierda con su purismo, sus pruritos y sus manías posibilitan continuamente gobiernos de derecha, donde no hay ninguna volatilidad ni fragmentación política. Luego se quejan amargamente de que la derecha, socialmente minoritaria, tenga la mayoría política, pero es que la democracia es así, si lo social no se transforma en político mediante la introducción de un voto en un día determinado, la mayoría social es minoría política o no tiene relevancia ninguna.

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