miércoles, diciembre 27, 2006

El discurso navideño del Rey

Los redactores del discurso del Rey para la Nochebuena deben estar de enhorabuena, porque les ha salido una pieza en la que los dos grandes partidos y sectores políticos españoles se sienten identificados y hacen suyas las palabras del Monarca para tirárselas en la cabeza al adversario político. Particularmente creo que el Rey lo que ha expresado no ha sido otra cosa que un rapapolvo a las dos principales fuerzas políticas, especialmente en los párrafos en los que le pide sosiego para la vida política y centrarse en los problemas de los españoles.

El Rey, constitucionalmente, es el árbitro de la vida política. Este término es ambiguo y existió cierta polémica a la hora de aclarar los poderes implícitos del árbitro constitucional. En todo caso e independientemente de la interpretación que se tome del término “árbitro”, las palabras del Rey deben ser tenidas en cuenta, primero por respeto a la función constitucional que desempeña y, en segundo lugar, porque son palabras dadas desde la experiencia de quién lleva treinta y uno años en la Jefatura del Estado y ha conocido situaciones políticas muy duras. Si el Rey pide a los políticos que se sosieguen y que atiendan a los problemas fundamentales, al menos todos deberían reflexionar sobre esta cuestión. Y si es posible, todos y no sólo los políticos, deberíamos pensar sobre este asunto, pues el ambiente político de convivencia se encuentra más alterado que nunca.

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