martes, diciembre 05, 2006

Dies Domini, dies laboris

Trabajar en día de fiesta es de lo más efectivo. Cuando uno decide prescindir del hecho de que un día es de fiesta, que oficialmente no hay que trabajar y que probablemente todos los conocidos, en el mejor de los casos, estén vagueando. Como no se hace por obligación, sino por convicción, la atención se centra en el trabajo. A la concentración y al aprovechamiento ayudan tres circunstancias: la pésima oferta televisiva y de entretenimiento que hay los días festivos, el silencio que rodea a nuestras viviendas (excepto que se padezca algún botellón) y las pocas ganas de estar con los que se vive (quien tenga esta desgracia).

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