miércoles, abril 09, 2008

Madrid como España. Reduccionismo y centralismo

En la anterior entrada indicaba que uno de los errores, a mi humilde entender, que estaban cometiendo Esperanza Aguirre y los suyos era confundir Madrid con España. Lo de “Madrid como rompeolas” está muy bien como metáfora de una época, en la que escribió Antonio Machado, en la que Madrid era lo más y casi lo único significativo entre muchas provincias españolas.

Si algo ha propiciado el actual estado autonómico es que en cada parte se adquiere una conciencia de dignidad dentro de España (sin entrar en los nacionalismos) y que los diversos gobiernos autonómicos, independientemente del partido que lo dirija, se esfuercen por llevar servicios de todo a su territorio, los cuales eran antes exclusivos de la capital y de Barcelona.

Madrid es Madrid y se ha constituido también en comunidad autónoma, en un principio artificial, pero que con el tiempo ha ido marcando una serie de peculiaridades sociales y de características políticas propias.

El Estado autonómico ha permitido, por ejemplo, que en el ámbito de la Administración un funcionario no tenga que desplazarse a la capital del Reino para llegar a la cúspide de su carrera administrativa. Madrid, guste o no, ya no se identifica con España hasta el punto de ser la máxima expresión del país, sino que es simple y sencillamente una región más de España.

Cabría preguntarnos por los motivos de esta vuelta atrás en Aguirre y los suyos. Dos explicaciones caben y se encuentran interconectadas. La primera es la llana ignorancia de lo que indico anterior y seguir pensando, por debajo, que Madrid es España. La segunda es que todas las tendencias antinacionalistas de Aguirre y los suyos realmente esconden una intención centralizadora, en concordancia con su concepción del país, donde hay un centro capitalino excelente y provincias abruptas, ignorantes y que no pueden decidir nada por sí mismas. Defienden un nacionalismo español que en el fondo es madrileñismo centralista.

El problema que tienen estas concepciones es que chocan contra la realidad de España, que también tiene su reflejo en el PP. Algunos líderes regionales, no todos, cada vez van menos acomplejados a Madrid y más seguros de su fuerza y autonomía.

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