El poco peso interno que Andalucía tiene dentro del PSOE y del PP clama al cielo. Andalucía es la comunidad autónoma que más militante aporta a cada uno de estos dos partidos, entre el 20% y el 25% de los militantes socialistas y populares.
El peso de Andalucía no sólo es importante en términos de militancia, sino también en los diputados aportados a los respectivos grupos parlamentarios, ya que tanto en el PSOE como en el PP, no en vano cuenta con ocho provincias y es la comunidad más poblada.
En cambio la relevancia de Andalucía en las decisiones de los dos grandes partidos es mínima, reduciéndose a unas cuotas en las ejecutivas y cuando se gobierna, en el Gobierno.
La mayor aportación de diputados al Grupo Socialista procede del PSOE-A: treinta y seis y es la segunda diferencia más importante. En cambio no parece que el PSOE-A marque ninguna línea política o exponga alguna preferencia dentro del PSOE, como sí hacen el PSC (con once diputados menos) y el PSE (con veintisiete diputados menos).
Ahora que en el PP se habla de renovación, están en boca de todos los líderes y las opiniones de los dirigentes regionales de Madrid (con siete diputados menos) y de la Comunidad Valenciana (con seis diputados menos). La aportación de diputados al PP de cualquiera de estas dos comunidades es significativamente inferior a la que hace el PP-A. La región que más aporta es un perpetuo convidado de piedra en esta aparente renovación.
La conclusión no puede ser otra que el peso que a Andalucía le dan sus numerosísimos militantes y sus grandes aportaciones a los dos grupos parlamentarios no se traducen en un peso político equivalente de Andalucía dentro de los dos grandes partidos. Parece que los andaluces, militantes y diputados, solamente están para hacer bulto, formar una parte disciplinada y sonriente de la mayoría interna de turno y para poco más. El Andalucismo que ambas formaciones dicen profesar no deja de ser pura retórica.
El peso de Andalucía no sólo es importante en términos de militancia, sino también en los diputados aportados a los respectivos grupos parlamentarios, ya que tanto en el PSOE como en el PP, no en vano cuenta con ocho provincias y es la comunidad más poblada.
En cambio la relevancia de Andalucía en las decisiones de los dos grandes partidos es mínima, reduciéndose a unas cuotas en las ejecutivas y cuando se gobierna, en el Gobierno.
La mayor aportación de diputados al Grupo Socialista procede del PSOE-A: treinta y seis y es la segunda diferencia más importante. En cambio no parece que el PSOE-A marque ninguna línea política o exponga alguna preferencia dentro del PSOE, como sí hacen el PSC (con once diputados menos) y el PSE (con veintisiete diputados menos).
Ahora que en el PP se habla de renovación, están en boca de todos los líderes y las opiniones de los dirigentes regionales de Madrid (con siete diputados menos) y de la Comunidad Valenciana (con seis diputados menos). La aportación de diputados al PP de cualquiera de estas dos comunidades es significativamente inferior a la que hace el PP-A. La región que más aporta es un perpetuo convidado de piedra en esta aparente renovación.
La conclusión no puede ser otra que el peso que a Andalucía le dan sus numerosísimos militantes y sus grandes aportaciones a los dos grupos parlamentarios no se traducen en un peso político equivalente de Andalucía dentro de los dos grandes partidos. Parece que los andaluces, militantes y diputados, solamente están para hacer bulto, formar una parte disciplinada y sonriente de la mayoría interna de turno y para poco más. El Andalucismo que ambas formaciones dicen profesar no deja de ser pura retórica.
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