jueves, septiembre 20, 2007

Representación y Educación para la Ciudadanía

El otro día una organización que dice representar a más ciento cincuenta mil familias y que propugna la mal llamada objeción de conciencia contra “Educación para la Ciudadanía” dio una patética rueda de prensa en una cafetería, posiblemente en la que tengan sus sesudas reuniones. Fue patético y evidenció que posiblemente los que hablaban solamente lo hacían en su nombre.

Dicen tener una representación que a todas las luces, en la materia de la mal llamada objeción, tienen pero creen tenerla por los propios engaños de contabilidad representativa que se dan en estas organizaciones de padres y madres.

El asunto es muy sencillo, aunque parezca complejo y lleva inventado mucho: se llama “comunicación de la representatividad”. Supongamos que unos padres tienen matriculado a sus hijos en un centro determinado, entonces quedan integrados casi automáticamente en la pertinente asociación de padres y de madres. Nadie sabe el porqué pero esa asociación pertenece a una federación provincial que a su vez se integra en una nacional.

Esos padres nada saben de que son contados como representados por una federación nacional de asociaciones, pero técnicamente lo son. El truco contable funciona normalmente a efectos propagandísticos, que es lo único que le importa generalmente a estas federaciones nacionales, pero el turco deviene en problema cuando hay una desproporción considerable, como la que hay, entre el número que se dice representar y el número de personas que van a las movilizaciones y que concurren a las acciones que convocan, siempre ínfimo respecto a la teórica representación.

La apariencia siempre se denuncia como falsa cuando es llevada a la acción, cuando tiene que demostrar sus verdaderas posibilidades. La representación se supone, por eso los representantes gustan tan poco de que sus representados les respalden públicamente, porque en ese momento se evidencia las muchas flaquezas que una representación supuesta tiene.

El mecanismo de la “comunicación de la representatividad” puede ser legítimo en ocasiones, aunque no es el más deseable, pero si se utiliza hay que ser conscientes de la evidente limitación que tiene este sistema, en especial porque los representados no sólo no conocen a sus representantes, sino que desconocen absolutamente que son representados ni por estas ni por otras personas.

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